#IKEAylosniños : jugar como niños.


Ir a IKEA es un placer inconfesable. Hay algo que rezuma encanto en sus pasillos, siempre que voy me recuerda esa sensación de complicidad que narra en una escena de (500) Días Juntos, una pareja disfrutando públicamente del confort de una casa.

Yo en IKEA he hecho de todo, cuando vivía en Londres nos dedicábamos a coger lápices y merendar como cosacos, era una excursión de un día entero, entiéndanlo. Después descubrimos la cafetería y cotilleamos con amigas horas allí. Más tarde tocó decorara la casa, muchos muebles, muchas horas de montaje para Dummies. Y ahora ha llegado el bebé y empezamos a descubrir su sección infantil, desde los cubiertos hasta los juguetes.

Lo que no imaginaba en todas mis incursiones y compras para Enano era que detrás de todo aquello había tanto mimo y dedicación.

Cuando me invitaron a descubrir IKEA para los más peques no iba con ninguna idea preconcebida. Tenía la intención de dejarme sorprender. Y lo consiguieron. Ya sea por el mimo que ponen en la decoración de todos sus entornos, las ideas  hacer que los más pequeños sean parte de la casa como en el hecho de que todo, absolutamente todo, esté medido hasta las últimas consecuencias: desde los plásticos de seguridad al diseño del móvil de cuna.

Entre los muchos tips de decoración navideña aprendimos a conseguir que los pequeños sean aventuras. Y  concretamente llegué a la conclusión de que mi salón, ahora más que nunca debe convertirse en un playground.

Hoy sin ir más lejos hemos estado de nuevo en IKEA para ampliar la lista a Baltasar de este año y seguro que debajo del árbol aparecen muchos más productos suecos de los que estaban antes de esta visita.
 

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